Inconveniencias

 "El libro, como la sensitiva, cierra sus hojas al tacto impertinente. Hay que llegar hasta él  sin ser sentido. Ejercicio, casi, de faquir. Hay que acallar previamente en nuestro espíritu todos los ruidos parásitos que traemos de la calle, los negocios y afanes, y hasta el ansia excesiva de información literaria; medrosa acaso, pronta a desaparecer si se la solicita con cualquier apremio sospechoso" (Alfonso Reyes)

Tratando de leer Hombres sin mujeres recordé esta frase que leí en un libro que nos asignó la profesora Susana Spada en nuestras clases de Redacción y Estilo II. "Hay que acallar en nuestro espíritu los ruidos parásitos" si no, la lectura no es más que simple mirar.
    No sé qué es... tal vez es pensando en los problemas del día a día, en la salida a la que me invitaron mis amigos el jueves que viene o en el cerro de tareas que nos mandaron para Semana Santa; pero siempre hay algo que perturba mi lectura; algo dentro de mí.
    Me han recomendado música para la concentración e incluso vaciar el escritorio para eliminar cualquier distracción posible, pero nada de eso me ha funcionado; si eres como yo, terminarás prestándole más atención a la música que a lo que supuestamente estás leyendo.
    En estos días me encontré por casualidad con un video en YouTube: "10 horas de SONIDO BLANCO para BEBÉS difíciles de DORMIR" y, como  buen usuario de la plataforma, reproduje el video más aleatorio que me había salido desde hacía un tiempo. Para mi sorpresa, resultó ser de gran utilidad a la hora de escribir; estaba redactando ensayos con un nivel de concentración que nunca había alcanzado. Igualmente apliqué esta nueva técnica para leer los largos y densos capítulos de antropología y también me facilitó la tarea. Hay algo en ese silencioso ruido que calla a la mente y deja fluir las palabras. 

    Si tienen problemas para concentrarse durante la lectura y no hallan cómo hacerlo, los invito a que escuchen ruido blanco. Es raro pero al igual que a mí, a lo mejor les sirve.

- Juan Pablo Abolio