En mi vida no han sido negativos todos los encuentros que he tenido con la lectura; si hago memoria, seguro me vendrán a la mente algunos libros que algo de agrado me habrán traído en su momento, de hecho, se me ocurren unos cuantos: Los O.T.R.O.S (sociedad secreta), Kika Superbruja y los Vikingos, Matilda, El Superzorro, etc... como podrán darse cuenta, todos son libros escolares, de esos que te leías la noche anterior al examen rogándole a tus ojos que se mantuvieran abiertos aunque sea cinco páginas más y que a los dos días de haberlo terminado recordabas solo el título y tal vez la sensación que te produjo.
Todos estos libros infantiles, a pesar de su a veces inmadura naturaleza, dejaron un impacto muy positivo en mí; nunca olvidé el nombre de aquellos cuentos que en una noche me hicieron sentir una extraña felicidad. Siempre recordaré que alguna vez acompañé a Matilda a visitar a la señorita Miel luego de un susto con la terrible Tronchatoro, o que fui participe de la creación de la sociedad secreta de los recreos "Los O.T.R.O.S" donde las debilidades y diferencias de cada quién se convertían en nuestras fortalezas. Todas son aventuras que me acompañarán siempre.
Tal vez fue el momento, es posible que la maestra haya tomado una decisión apresurada pensando que ya teníamos la edad suficiente como para entender esta serie de mitos latinoamericanos, pero sin duda alguna, no estábamos listos.
Así como todos aquellos cuentos infantiles dejaron algo que llevaré por siempre, la profunda herida que América cuenta sus mitos de Flor Romero dejó en mi apetito lector, me acompaña hasta día de hoy. Ahora es únicamente mía la responsabilidad de superar ese traumático libro y de redescubrir esa extraña felicidad que una vez encontré entre las páginas de un libro.
Todos estos libros infantiles, a pesar de su a veces inmadura naturaleza, dejaron un impacto muy positivo en mí; nunca olvidé el nombre de aquellos cuentos que en una noche me hicieron sentir una extraña felicidad. Siempre recordaré que alguna vez acompañé a Matilda a visitar a la señorita Miel luego de un susto con la terrible Tronchatoro, o que fui participe de la creación de la sociedad secreta de los recreos "Los O.T.R.O.S" donde las debilidades y diferencias de cada quién se convertían en nuestras fortalezas. Todas son aventuras que me acompañarán siempre.
Pero como dicen por ahí, todo lo bueno tiene un final. Para mí ese final tenía portada azul y al rededor de 400 páginas (o así lo recuerdo). América cuenta sus mitos de Flor Romero es el responsable de mi indiferencia por la literatura; cada página de ese libro se sentía como la más cruel tortura.
Tal vez fue el momento, es posible que la maestra haya tomado una decisión apresurada pensando que ya teníamos la edad suficiente como para entender esta serie de mitos latinoamericanos, pero sin duda alguna, no estábamos listos.
Así como todos aquellos cuentos infantiles dejaron algo que llevaré por siempre, la profunda herida que América cuenta sus mitos de Flor Romero dejó en mi apetito lector, me acompaña hasta día de hoy. Ahora es únicamente mía la responsabilidad de superar ese traumático libro y de redescubrir esa extraña felicidad que una vez encontré entre las páginas de un libro.
Comentarios
Publicar un comentario