Nunca fui de esas personas que se sientan a disfrutar de una película de terror, de esas que de una forma extraña logran encontrar la belleza que tiene una película cuyo objetivo principal es incomodar al que la ve. A mí me gustaban más las películas de aventura, súper héroes o de Ciencia Ficción como Star Wars o el Hombre Araña, en las que el protagonista se enfrenta a las peores adversidades y justo antes de ser derrotado, consigue salvar al mundo. Me hacían (y me hacen) sentir pleno. Nunca olvidaré aquellas tardes en las que pretendía ser un profesor de arqueología, con látigo y sombrero, en busca de un tesoro perdido, o un niño con poderes de araña lanzándose desde el balcón de sus abuelos para balancearse con telarañas y sentir la brisa fría de la montaña en el rostro; afortunadamente, nunca tuve el coraje necesario —o la idiotez— para lanzarme. El punto es que era un chamo muy alegre como para complicar mi tranquilidad sufriendo con una historia de terror que iba a dejarme inquieto por quién sabe cuánto tiempo. Se podría decir que me daban miedo.
Igual fue con la lectura: toda mi vida fui consciente de la existencia de los relatos de terror; cuentos que, según mi hermana, te daban pesadillas a la hora de dormir y, de mismo modo, preferí no leerlos. Si se me pregunta por algún libro de terror o suspenso que haya leído a lo largo de mi vida, probablemente no podré responder, pero se asoma en el rabillo de mi ojo una obra que se nos asignó en tercer año de bachillerato: Marina de Carlos Ruiz Zafón, que, a pesar de no ser género terror, sí logró sembrar en mí una sensación de inquietud y desasosiego —tal vez porque la leí en la noche unas horas antes del examen—, pero no de desagrado.
Hace unas semanas, también por mandato, vi una película llamada The Blair Witch Project (El proyecto de la bruja de Blair). Un filme de terror de bajo presupuesto estrenado en 1999, al que, por alguna razón, le encontré cierto encanto... me doy cuenta de que tal vez este género entra en esa categoría de lo que llaman "gustos adquiridos".
No me preocupa que me empiecen a gustar estas historias de horror; más bien me emociona. De hecho, siguiendo la recomendación de nuestra comunidad, en LPD nos decidimos a leer La lotería. Un relato corto publicado en 1948 escrito por Shirley Jackson: la llamada "bruja de la literatura contemporánea". La narración es reconocida por su oscuridad y brutalidad característica.
El círculo de lectura será este domingo 24 de abril a las 8:00 pm por Instagram. Nos gustaría que nos acompañaras y nos dieras tu opinión sobre esta obra.
- Juan Pablo Abolio
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